A lo largo de la historia, las piedras naturales se han utilizado como el principal material de construcción por sus características: es una herramienta asequible, relativamente fácil de manipular y considerando su larga duración en aquella época parecían indestructibles. Sin embargo, con la llegada de la tecnología del siglo XIX, la producción en masa de materiales mucho más adaptables a la construcción como el cemento, el acero o el vidrio hizo que las piedras naturales quedaran completamente obsoletas.
Además, con el tiempo, empezó a notarse que la piedra natural que parecía indestructible presentaba ciertos defectos que se conocían como “el mal de la piedra” que no era más que el deterioro natural que padecen las rocas al ser expuestas a factores como la atmósfera, las aguas subterráneas y superficiales, las plantas, el viento, etc. Por supuesto, también la intervención humana acelera este proceso, especialmente si se saca la roca del ambiente en el que se produjo y se la lleva a lugares más urbanos donde hay contaminación.
